dimecres, 14 d’abril del 2021

Memòria de Miguel Triay Pascuchi, pel seu net, a Veneçuela

"Variedades "MENORCA" GASTRONOMIA, HUERTO ECOLÓGICO"
a Mérida Venezuela
Empresa de n'Amaru, net d'un menorquí exilat eñ 39: en Miguel Triay Pascuchi

Abuelo Miguel, la guerra perdida y Menorca.


Diez y cuarenta y dos minutos de la noche. Con recuerdos hemos celebrado ayer al Abuelo Miguel Triay Pascuchi. Cumplió 101 años desde su aterrizaje en la Nave Espacial. Hombre mediterráneo, balear, de la Isla Blanca y Azul de Menorca. 

Por acercarse la fecha lo recordamos narrando el inicio de su exilio político, un 9 de febrero de 1939, en el ocaso de la República Española tras la guerra civil. Por supuesto, siguiendo su pluma y voz a través de su libro "Las vicisitudes de un exiliado mahonés en Francia" y un vídeo que amablemente grabó el amigo de casa, Jesús Neyo León.

Así, nos cuenta lo siguiente:

 "El mes de febrero de mil novecientos treinta y nueve forma parte importante de los anales de la historia isleña, no por su extremado frío ni por sus turbulencias propias de la estación invernal. No, no fue por cambios bruscos de clima sino por una conmoción política inesperada: ¡habíamos perdido la guerra!"

Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 orquestado por el fascismo ibérico con el apoyo de la Italia fascista y la Alemania nazi y la complicidad de las "democracias occidentales", las fuerzas leales a la constitución y la legalidad menorquinas lograron derrotar a los sediciosos y resistir tres años el bloqueo marítimo impuesto y los constantes bombardeos de los "camisas negras" mussolinianos. En este tiempo, muchos jóvenes progresistas se enrolaron en el Ejército Republicano de manera voluntaria para defender "la libertad de la España republicana y contra el fascismo internacional", entre ellos, Abuelo.

La derrota significó para todos "exilio necesario". De esta forma, él, combatiente voluntario republicano derrotado por los "fascistas italianos, moros y falangistas españoles" salió de su ínsula junto a "centenares de menorquines" en el "HMS Devonshire", crucero pesado inglés de la clase County, subclase London. 

Es la madrugada de un día funesto para los habitantes de la pequeña isla balear, 9 de febrero de 1939. Se encuentra de guardia en la central telefónica del cuartel de ingenieros de Villa Carlos. A las dos y media aparece en el lugar un compañero, el soldado Paco Preto, apodado en menorquín Sa Ficha. Le dice que la instalación militar ha sido tomada por elementos traidores infiltrados en el ejército republicano. Incrédulo resuelve llamar al estado mayor. Del otro lado del teléfono le dicen: "Aquí, el coronel Usuletti que se ha encargado de recibir a las tropas nacionales." Abismado por la mala noticia de repente suena la chicharra de la central telefónica y le anuncian que otro compañero, Kropokin Pons, pasaba dentro de un bote rumbo al barco inglés.

Dicha embarcación había "fondeado a dos millas marinas, mar adentro, del puerto de Mahón" con la intención de evacuar y dar "asilo a cuarenta y nueve personas escogidas entre las más relevantes de la isla: el gobernador y su séquito, el alcalde y su entorno, el estado mayor combinado, ejército y marina, así como algunos dirigentes del partido socialista". En un todo de acuerdo con "el convenio pre-establecido entre las autoridades menorquinas, inglesas y el representante franquista". Como es costumbre en momentos de desgracia colectiva el grueso de defensores republicanos iba a ser dejado a merced de su suerte. 

Decide abandonar el cuartel sintiendo que el mundo que se le venía encima. Trepando los enormes portones laterales logra burlar a los guardias y salir. Desorientado toma rumbo a Cales Fonts en busca de una lancha. Primero camina, luego corre y corre. Corre hasta llegar al muelle.

Con un tiempo meteorológico calmo inusual en invierno y el claro de la Luna resplandeciendo sobre la superficie del mar recorrió el embarcadero buscando el bote anhelado, repitiéndose inconscientemente "¡la guerra perdida! ¡España en manos de la traición, hipotecada al nazi-fascismo!"

"Allá lejos, fuera del puerto, se vislumbraban unos puntitos titilando, indicando que un barco había anclado allí." A esa hora, el reloj del ayuntamiento de Villa Carlos daba tres campanadas.

Mira hacia atrás y encuentra. Se abalanza sobre una pequeña embarcación con remos y ya presto a partir una silueta con raudo recorrido se acerca extenuada y salta quedando plantada en todo el centro. "Se trataba de Rafael Camps, compañero de la Juventud Socialista de Villa Carlos". "Sin mediar palabra, tomamos los remos, bogamos sobre el mar plateado con ahínco y decisión hasta llegar dos horas después a la fortaleza marina."

"Más de cuatrocientas personas" en veleros y lanchas se congregaban junto al barco de guerra "clamando a todo pulmón ser admitidos a bordo del crucero." 

En medio del barullo y a bordo de otra barca, "un (brigadista) internacional llamado Jorge, con el pecho cruzado de bombas de mano, armado de una ametralladora y hablante del francés, inglés y alemán, se dirigió en su lengua al marinero de guardia que los avistaba desde lo alto diciéndole: "si no nos dan cabida empezaremos a asaltar el barco." El hombre asustado inmediatamente se fue a avisar al capitán sobre la situación. Éste se asomó y le dijo: "esperen un cuarto de hora, voy a hablar con el almirantazgo. Tengo órdenes de recoger sólo a cuarenta y nueve personas."

Después de una tensa calma y los nervios de punta de todos los presentes, muchos armados, el permiso para acogerlos a todos llega desde Londres. "Nos tiraron unas sogas tipo escalera en las cuales había que saber manejarse para no caerse al mar. Yo subí y no me caí. El que venía detrás, Cristóbal, se cayó y lo tuvimos que "pescar" tomándolo del tabardo."

"Una vez a bordo la presión fue cediendo, se calmaron nuestros ánimos excitados como consecuencia de haber pasado una noche cargada de emociones."

Al contrario de lo que pensaban por prejuicios pretéritos los ingleses los recibieron con humanidad. "Nos brindaron carne, longaniza, huevos duros, pan blanquísimo y chocolate en taza. Un verdadero banquete para quienes, como nosotros, teníamos muchos meses sin probar tales manjares".

Sin embargo, nos "habíamos alejado (del) peligro fascista, pero también nos alejábamos de las cosas más queridas: madre, padre, hermanos y todo lo que había sido hasta entonces nuestra vida."

"A las seis de la mañana, el Devonshire levó anclas, empezó a moverse lentamente y al mismo ritmo lento del barco dejamos de ver la isla iAgur Menorca! ¿Hasta cuándo? Jamás hubiésemos imaginado que sería para siempre."

Después de ese día nuestro Abuelo vivió muchas más vicisitudes. Algunas muy duras. Como su paso por dos campos de concentración en Francia. Luego, junto a Paquita, nuestra Abuela, pudieron sortear los avatares de la vida, entre ellos, la segunda guerra mundial y un largo viaje al Nuevo Mundo.

Finalmente, bastantes años después, en tiempos del Comandante Chávez, como le escribió papá en un hermoso artículo después de su siembra, Abuelo encontró una República en esta Tierra de Gracia.
 
Manuel Amarú Briceño Triay
Mérida, Venezuela, 31 de enero de 2021. 

Miguel Triay a la dreta. Carcassonne, 1941

Foto compartida de La narració feta per Daniela Triay, filla de Miguel a buscameenelciclodelavida

Miguel Triay
foto compartida de la fitxa a la Fundació Pablo Iglesias

Compartim també l'enllaç dels articles de Josep Portella Coll al diari Menorca:

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