dijous, 15 de setembre del 2022

"Un cristianismo de base en la Menorca dels 60 y 70". Antonio Casero

Exercicis espirituals
El Toro del 5 a l'11 d'agost de 1963
gentilesa d'Antonio Casero

1-Miquel Cardona Florit de Ciutadella

2- José Pons Bosch de Ciutadella

3- José Allkés Mercadal de Ciutadella

4-Angel Vidal Pelegrí d'Es Migjorn

5- Xec Camps Coll de Ferreries

6- Nofre Janer Pons de Ferreries

7- Miquel Pons Riudavets de Ferreries

8- Manuel Ortega Roselló de Ciutadella

9- Antonio Casero Rodríguez de Maó

10- LLorenç Febrer Rotger de Ferreries

11- Josep Triay Vidal de Ciutadella

12- Pedro Cladera Miret d'Es Castell

13- Mario Melià Sintes d'Es Castell

14- Tolo Caules Anglada de Ciutadella

15- Llorenç Barber Capella de Ciutadella

16- Daniel Guerrero Mora de Maó

17- Jaime Tudurí Fortuny de Maó

18- Llorenç Casasnovas Pons de Ciutadella

19- Biel Villalonga Sintes d'Es Castell

Mosen Jorge Beltrán

20- José Capó Coll de Ciutadella

21- Benjamín Truyol Pons de Ferreries

22- Alberto Carrasco Rubió de Ciutadella

N'Antonio Casero va publicar aquests article al diari Menorca:

Un cristianismo de base en la Menorca de los 60 y 70 (I)

Cuando en septiembre del 1962 llegué a Menorca, una serie de cosas me impactaron enormemente. Me llamó la atención el paisaje y las explotaciones agrarias; la gran variedad de todo tipo de comercios, bares y cafeterías; los miles de militares que ambientaban las calles y los bares; los cartelitos en las puertas de talleres y de las obras que ofrecían trabajo; el colorido de los vestidos y de las casas… Aquella era una sociedad con vida, cosa muy diferente a la mía, en la que los colores dominantes eran los grises y negros, con algunas excepciones, como en los vestidos de mi madre y de otras mujeres, que iban de morado o marrón por las promesas que hicieron en los años en que la tuberculosis, el tifus y la viruela estaba muy presente en nuestros campos. En el aspecto religioso las diferencias no eran muchas. Aquí había más participación y una estrecha relación con las autoridades políticas y militares. El nacionalcatolicismo era más visible; en mi tierra un mayor folclorismo lo tapaba.
Enseguida me integré, mi formación religiosa me ayudó mucho para participar en determinados encuentros en los que pude descubrir una religiosidad que pasó por varios momentos históricos en la construcción de su identidad. Así la guerra civil, después el periodo del fascismo militante y la renovación de una práctica religiosa en que los Cursillos de Cristiandad tuvieron protagonismo social y fueron expresión del aggiornamento del catolicismo. Ello se vio especialmente en las Jornadas de Misiones, que se celebraron en Maó en los días 12 y 13 noviembre de 1955, en donde hubo una gran movilización bajo la dirección del jesuita de Barcelona Francisco de Paula Solá Carrió, doctor en Filosofía y Teología Dogmática, especializado en el exorcismo, con una gran oratoria y con una presencia en los medios de comunicación, el cual centró el tema de sus intervenciones en Santa María en el pecado, en el demonio y en el cumplimiento de las obligaciones religiosas.
En aquellos dos días se congregaron miles de personas, siendo necesario cuatro sacerdotes para repartir las hostias en la celebración de las misas. Las confesiones para recibir la absolución de los pecados fueron numerosas durante muchas horas.
El día grande fue el domingo, con más sermones en Santa María en la misa de las 11 de la mañana, en donde la virgen de Monte Toro presidía la ceremonia, en la cual, una vez concluida, se levantó el culto al Santísimo hasta las 4 de la tarde. En aquel momento el padre Solá intervenía en un Teatro Principal lleno a rebosar: no había más espacio ante la respuesta masiva de tanta gente. Los actos se fueron desarrollando con una larga procesión con la Virgen, que pasearon por las calles principales de la ciudad con cantos del Congreso Eucarístico de Barcelona. Dicha marcha estaba presidida por el general gobernador, los responsables del Movimiento Nacional, el Juez, los jefes militares y los alcaldes de la isla, una nutrida representación, pues, de lo que configuraba el Régimen. La ciudad parecía que vivía en primavera, con todos los balcones adornados de flores y de banderas. La comitiva marchaba lentamente siguiendo los cánticos y observando cómo se quemaban las antorchas de los que la formaban hasta llegar a la plaza Bastión, donde se levantaba un templete para la imagen y para clausurar las Misiones. Mientras la procesión se retiraba hacia la iglesia, todas las campanas de la ciudad estaban repicando para celebrar el final de la gran fiesta del nacionalcatolicismo.
Otro momento histórico que se vive con gran intensidad fue la visita del dictador Franco en mayo de 1960 que congregó a decenas de miles de personas en todo su recorrido por la isla. El primer acto consistió en la entrada bajo palio al interior de la iglesia de Santa María y el canto de un Te Deum. Un acto así siempre estuvo presente en todos los grandes eventos y en todas las conmemoraciones políticas y religiosas durante del nacionalcatolicismo.
La Iglesia acostumbraba a seguir por esa vía hasta que el nuevo Papa Juan XXIII convoca el Concilio Vaticano II, el que supone el inicio de los grandes cambios. En Menorca los pudimos conocer gracias al trabajo de unos sacerdotes que comprendieron el valor trascendente en lo social de las huelgas de mineros de Asturias y de obreros del País Vasco y de Cataluña, que se solidarizaron y prestaron apoyo a los huelguistas y a sus familiares. Recordemos cómo un centenar de curas marchan por las calles de Barcelona para entregar una denuncia a Antonio Juan Creix, jefe de la policía, por las torturas infligidas a un joven que se había estado manifestando unos días antes en esta capital. La marcha de sacerdotes de Barcelona y las siguientes concentraciones para mostrar su disconformidad por el nombramiento del obispo Marcelo González Martín, así como todas las movilizaciones en Cataluña, hicieron que en nuestra isla un grupo de sacerdotes, que seguían muy de cerca el Concilio, decidieran poner en común el mensaje del Evangelio para los momentos que se vivían. La iniciativa para reunirse en Sant Climent partió de Xavier Moll y de Llorenç Olives. Allí se estuvieron reuniendo con otros sacerdotes de la isla que optaron por el compromiso del signo de los tiempos y que bebían en las fuentes de lo que se denominaba “Esquema XIII”. Como decía Congar, “tienes que estar atento a lo que el devenir del tiempo te pueda enseñar”. La encíclica Gaudium et Spes era la revolución y la teología que se necesitaba.
Nos podemos situar en aquella circunstancia para comprender el papel y las aportaciones de los cristianos a la historia de las luchas por las libertades y por la democracia en nuestra isla. En el entorno de Josep Seguí Mercadal en es Castell y Maó, Tomeu Febrer en es Mercadal, Antoni Sintes en Alaior, Llorenç Olives y Fernando Cortés en Ciutadella, Enric Enrich en Fornells, Josep Castell en Maó y la JOC, Xavier Moll en Sant Climent y otros, en sus parroquias se formaron pequeñas comunidades de cristianos de base, que realizaban encuentros tanto locales como a nivel de toda la isla. Las reuniones de Sant Climent, Fornells y Ciutadella sirvieron para poner en común el papel de los creyentes en el mundo actual según el mensaje del Evangelio y las doctrinas del Concilio, y para abrirse a otras aportaciones de teólogos y cristianos comprometidos que fueron invitados a nuestra isla durante esos años.
La primera visita del teólogo malagueño José Mª González Ruiz, en marzo de 1967, ayudó a dar importantes avances a una Iglesia que se abría al diálogo y al compromiso temporal. A partir de las charlas y de los encuentros efectuados durante los días que estuvo en la isla, los historiadores podrán analizar lo importante de esta visita y de la que unos años más tarde repitió, centrando sus charlas en el “Marxismo y cristianismo frente al hombre nuevo” y “ Creer es comprometerse”.
Otro de los encuentros que merece citarse es la visita por unos días, en el otoño del 1967, de Máximo Casanovas y Lázaro Bría, sacerdotes de Lleida, para hablar de su libro “¿Concilio o rebeldía? Latifundios clericales de Lleida”.
Una de las respuestas unitarias de aquel colectivo menorquín de sacerdotes fue la celebración de una misa en memoria del cura Camilo Torres Restrepo, que murió en combate el 15 febrero de 1966 en Colombia, y no aceptar otra, que anunciaba una gran esquela en el Diario Menorca.
Por aquellos días iban en aumento las respuestas que en todo el Estado protagonizaban los cristianos de base con movimientos de solidaridad hacia las huelgas obreras y participando en cajas de resistencias para ayudar a muchas familias necesitadas. Recordemos la huelga de Laminados de Bandas en el País Vasco y la gran represión del Régimen contra aquellos sacerdotes; solo en aquellos años pasaron más de cien por la cárcel de Zamora.
En esta línea de compromiso con la democracia y las libertades, se da una relación más frecuente e intensa de sectores cristianos progresistas con personas comprometidas en la política clandestina, en la cultura y a los movimientos sociales, que se venían desarrollando en Cataluña. No olvidemos la personalidad de Joan Estruch, de Josep Verdura, que desde la editorial Nova Terra nos acerca a la figura de Alfonso Carlos Comín, a la sazón encarcelado por su artículo “Después del Referéndum, la represión” en la revista Temoignage Chretien. Es Verdura, persona de gran humanidad y de un claro compromiso político y cultural, quien mantiene una estrecha relación con Josep Seguí y que nos permite conectar con el trabajo de Comín y de sus compañeros. Así, tenemos que reconocer lo importante que fueron las visitas a la isla y las charlas que pudimos seguir de Paco Candel, Ignasi Riera, Joan N. García Nieto, María Àngels Berengueres, Jordi Llimona, Martí Caussa…
Josep Seguí desde Es Castell era el motor de muchas de aquellas iniciativas. Sus escritos “Cartas a Pepe” cada semana eran lecturas que tenían una gran seguimiento. No había otro medio para comunicarse e informarse de las cosas que sucedían en nuestro país. En la sala de lectura del Ateneo de Maó pudimos leer las revistas de la HOAC, JOC, Vida Nueva, El Ciervo, Concilium, Serra d´Or, Iglesia Viva… para tener información de las diferentes comunidades y del papel de la Conferencia Episcopal, a partir de la presidencia del cardenal Tarancón, en la separación entre la Iglesia oficial y el Régimen. Fue entonces cuando, dejando atrás el nacionalcatolicismo, se hizo más visible y real.
La organización de un cursillo de cultura popular en Maó en la antigua residencia Juan XXIII nos permitió a unas cien personas durante dos días comprender la coyuntura del momento en que vivíamos y la necesidad de encontrar respuestas y alternativas para conquistar las libertades y los derechos humanos. Las aportaciones de los ya citados Josep Verdura, Ignasi Riera y María Ángels Berengueres fueron claves para centrar el debate sobre temas, cuyos frutos se vieron en años posteriores.
Antonio Casero
(En los 40 días de su confinamiento)
Esquela al Diari Menorca

"Un cristianismo de base en la Menorca de los 60 y 70 (i II)"

Con la llegada del Miquel Moncadas Noguera (obispo de Menorca de 1969 a 1977) se abre una nueva etapa en que las doctrinas del Concilio se difunden y se reestructura la organización administrativa de la Iglesia menorquina. Confluyen en la parroquia mahonesa del Carme Josep Seguí, Xavier Moll, Tomeu Febrer y Josep Castell, que ejercen en equipo su labor pastoral. La muerte prematura de Castell fue muy sentida, era la persona que llevaba unos años trabajando en potenciar y desarrollar la Joventut Obrera Catòlica (JOC), creando un equipo de reflexión y de trabajo que tenía como objetivo la formación sindical de la clase obrera para defender sus derechos y poder negociar los convenios laborales con una plataforma unitaria reivindicativa. Tras la muerte de Castell, será Joan Febrer quien pasará a formar parte de dicho equipo. Participan en reuniones con personas de diversa procedencia en la sacristía de la parroquia del Carme en lo que, en clandestinidad, vino a llamarse la “Pía Unión de Santa Teresita”. ¿Por qué este nombre? Porque el día de nuestro primer encuentro tuvimos que buscar una coartada para evitar detenciones o multas, y en la sacristía había unas estampitas de dicha santa, que conmemoraban su fiesta religiosa; luego, tomamos este referente.
Allí empezamos a debatir la situación social de España y de Menorca con personas que se iban definiendo como comunistas, anarquistas, socialistas, federalistas, cristianos o agnósticos con un gran respeto a todas las ideologías o creencias.
Sin el respaldo y el apoyo de este equipo hubiera sido muy difícil el organizar lo que fueron Colònies d´estiu, Grup Excursionista Joan Mercadal, Club Ca Vostra, Club Llibertat de Santa Eulalia, la Escuela de Teología, la Escuela de Formación Social, el apoyo a la creación de la Obra Cultural Balear… Así mismo, se cedió el ámbito parroquial para encuentros de trabajadores en la formación de las Comisiones Obreras y de jóvenes para organizarse políticamente.
La reunión fundacional de la Junta Democrática de Menorca se convoca con un texto bíblico de Josep Seguí Mercadal: “Año de la Reconciliación, Fundamentos y Consecuencias”, que se inicia con “El Dios de Israel se revela…” y termina analizando consecuencias en el campo internacional, nacional e insular: “Si te interesa discutir este tema acude a Fornells, domingo día 26 de enero a las cuatro de la tarde en la iglesia parroquial”. Enric Enrich asumió con valentía este encuentro, en el cual durante unas horas debatimos la necesidad de constituirnos en Junta Democrática y coordinarnos con otras que se estaban montando en todo el Estado. Es el momento en que se amplían las relaciones con Mallorca: por un lado con el doctor Manuel Mora, que era el coordinador de la Junta en las Islas, y con Francisca Bosch, secretaria del PCE.
Importante fue también el movimiento “Cristianos por el Socialismo”, que contó con una amplia base de personas de toda la isla y que durante estos años mantuvo una coordinación con los grupos afines de la península. A través de este colectivo Josep Seguí animaba a que muchos cristianos optasen por el compromiso político y sindical. Así podemos observar como desde el principio evangélico determinados ciudadanos entraron a miliar en el partido comunista, en el colectivo socialista menorquín, en el sindicalismo de CCOO, USO, UGT, así como formarán parte de asociaciones de vecinos, de Obra Cultural, de Colònies d´estiu, del Movimiento de Renovación Pedagógica, etc., todo ello sin dejar de participar en la dinamización de la vida parroquial con unas bases de solidaridad y fraternidad.
Fue un tiempo en que los cristianos menorquines, laicos y sacerdotes, estuvieron denunciando la dictadura franquista, manifestado el rechazo a los juicios sumarísimos y a las condenas a muerte en el proceso de Burgos, a la de Puig Antich y a las últimas ejecuciones que Franco firmó en septiembre de 1975, unas semanas antes de la muerte del dictador, que no escuchó las súplicas del Papa Pablo VI. Las multas y las denuncias no frenaron la valentía de los sacerdotes en seguir denunciando al Régimen.
En diciembre de 1975 fue tomando fuerza la necesidad de ir hacia la creación de la Asamblea Democrática de Menorca. Para ello se contó, desde sus primeras reuniones, con el apoyo de los sacerdotes del equipo del Carme, del de Sant Esteve de Ciutadella y del de Fornells. La Junta Democrática, que se venía reuniendo con asiduidad tanto en Menorca como en Mallorca, aceptó la oportunidad de ampliar el campo unitario aunque fuese con otra denominación. Los puntos programáticos eran los mismos y con las mismas coordinaciones a nivel del Estado. Así, a finales de enero, se configuró oficialmente la Asamblea Democrática de Menorca. La presencia de cristianos fue muy importante en ella, contando con gente organizada en asociaciones o colectivos de vecinos, juntas locales, sindicatos y partidos. Un grupo de independientes, que inicialmente se mostraban muy escépticos sobre el papel de dicha Asamblea, se constituyó en colectivo federal y pidió su ingreso en ella.
Durante la década de los 70 vienen a nuestra isla, aportando sus conocimientos y colaborando a elevar el grado de conciencia cívica y de enriquecimiento cultural, personajes de la relevancia de Antoni Jutglar, Enrique Miret Magdalena, José Mª Diez Alegría, Alfonso C. Comín, Paco Candel, Javier Alberdi, Juan Mari Bandrés, José Mª Valverde, François Houtart, Giulio Girardi, Joan Estruch, Salvador Cardús, Arcadi Oliveres, Octavi Fullat, Ignasi Riera, José L. López Bulla , Jordi López, y otros que desde diferentes campos contribuyeron a comprender el momento actual y que había otro mundo diferente.
Por todo lo dicho, creo que ha sido muy importante en Menorca durante el tránsito hacia la democracia el papel de los cristianos, cuyo compromiso y praxis consiguieron que la corriente de anticlericalismo histórico, muy presente entonces, fuera desapareciendo en una parte considerable de ciudadanos, que habían vivido aquella intensa unión entre la Iglesia oficial y el régimen fascista en sus inicios y, posteriormente, manteniendo una grave ambigüedad a lo largo de las cuatro décadas de la Dictadura.
Recordar el compromiso de Josep Seguí, Pere Comellas, Pere Oleo, Antoni Sintes, Josep Castell, Enric Enrich, Tomeu Febrer, Fernando Cortés, Llorenç Olives, Joan Febrer, Xavier Moll, Valentín Arteaga, Bosco Faner, Tòfol Vidal y otros es recuperar la memoria para que la historia reconozca que en la lucha por las libertades y por la democracia en nuestra isla el papel de ellos fue de una gran dignidad y decencia. Para tenerlo en cuenta.
Antonio Casero
(En los 40 días de su confinamiento)

Josep Castells
Antonio Casero i Josep Seguí


 

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